Una vez alguien me dijo «si lo que deseas no lo buscas, el día menos pensado lo encontrarás, te encontrará».
Y desde entonces pensé que los momentos más importantes de la vida llegan sin esperar, son hallazgos con un golpe de suerte fortuita.
¡Sí, puedes llamarlo Serendipia!
Pero yo también lo llamo magia…
Siempre me ha emocionado el encontrar personas afines a gustos, pensamientos, creencias, vivencias, sentimientos, y… ¿Porqué no relaciones?
Me encanta pararme a pensar y divisar una persona que es exactamente lo que siempre busque.
Ese trocito de libertad y aire fresco.
Esa luz que en plena oscuridad te alumbra hacia la salida.
Esa carcajada contagiosa que te hace llorar de risa y quitarte todas las preocupaciones en un día odioso.
Ese corazón parlante que te cuenta todos sus sueños en voz alta sin pensar que puedes llamarle loca.
Esa persona que un día de tormenta te dice que bajo la lluvia es donde mejor verás tu futuro plan, y decide bajar a la calle a mojarse contigo.
Esa historia que te morías de ganas de compartir y que hoy la puedes vivir a pleno pulmón cogida de la mano de alguien.
Esa habitación desordenada en el habitáculo de tu corazón, que de repente comienza a tomar color, a querer ordenarse, a formar un espacio donde quedarse.
Ese dolor que comienza a ser cicatriz.
Esa desconfianza que poco a poco va lidiando con los toros del pasado y comienza a crear un motivo por el que quedarse.
Esa conversación arreglando el mundo a las tantas de la mañana.
Esa elección de película mala para terminar hablando de cualquier paja mental.
Y es que prefiero un único hallazgo fortuito que ir de estrella en estrella fugaz.
Si crees en la magia deja que suceda.
Si emociona pensarlo, imagínate hallarlo.
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